Un excelente lugar para recuperar energías, con una buena bebida (cerveza belga, por ejemplo) y una variada comida muy sabrosa.
El lugar está lleno de imágenes religiosas. Parece un antiguo refectorio del convento de frailes Capuchinos que fue, con un elegante y monumental mueble de bar.
Los trabajadores son muy simpáticos y amables, con una sonrisa siempre en la cara. De trato muy cercano, hacen todo lo posible para que estés bien en su local. Incluso hablan un poquito de español, cosa que agradecí su esfuerzo para poder entendernos.
Rica cerveza de Abadía belga y artesana. De comida, me sorprendió un bocadillo con dos croquetas (excelentes, con su rica bechamel y trozos de jamón) de gran tamaño.
Precios bastante buenos y gran calidad de comida
Si estás cerca (incluso desde el área de servicio de Hazeldonk), es una grata experiencia venir aquí, ver la iglesia y el gran parque de enfrente, y pasar un buen momento en éste restaurante maravilloso.
Sin duda alguna, repetiré visita en cuanto me sea posible y se la recomiendo a todos los que estén cerca de aquí. Muchas gracias por el agradable tiempo que pasé allí.
